Padre Dios, mi Señor amado. En esta mañana alabo tu Nombre y te exalto porque tú eres mi protector. Hoy quiero glorificarte en todo lo que haga, quiero rendirme a tu pies y hacer tu Santa Voluntad. Gracias por tu infinita misericordia para conmigo y para todos los pecadores.
Señor, hoy te alabo y te agradezco por tu poder protector sobre cada uno de nosotros, los miembros de mi familia, amigos y bienhechores. ¡No hay nadie como tú! Gracias por tu amor sin igual, gracias porque nos libras constantemente de peligros y de los ataques del maligno. Gracias, Padre Celestial, porque hoy puedo abrir mis ojos y ver la luz del sol. Gracias porque puedo escuchar a los pájaros y la voz de aquellos que amo. Gracias porque tengo algo para desayunar y un lugar donde vivir. Gracias por la brisa refrescante que me fortalece y me anima.
Te alabo y te doy gracias principalmente por Jesucristo, nuestro Salvador. Gracias porque debido a su sacrificio podemos tener la esperanza de la vida eterna. Gracias porque en su Sacratísimo Corazón y en el de nuestra dulce Madre María estamos seguros por toda la eternidad.
Padre de bondad, te suplicamos por la paz en el mundo y en cada uno de nuestros corazones, por la paz en las familias y en nuestros trabajos. Te encomendamos nuestro día para que guiados por Tí, cumplamos la misión que nos has encomendado para que lleguemos un día a disfrutar de la vida eterna, por tu gracia y tu misericordia. Amén.
